domingo, 27 de julio de 2008
Com pa rar
Comparaciones de otoño, tan inevitables como respirar o mirar esas cosas que nadie debe mirar. Comparar, inevitable tarea. Te comparo, hoy a vos, con aquel, de ayer. Y sabe disculparme porque te digo, es inevitable. Así que empiezo por nariz, pelo, boca. Sigo con actitudes, palabras, inteligencia, años, vida, grado de psicosis. Y no paro. Es que tampoco puedo hacerlo. Ya me gusta, creo. Es que cuando comparo no hay manera que nada le gane al perfecto y mágico amor que vos sí me das y que el no supo darme. Y vuelvo después a comparar que no hay nadie (ni siquiera él) que me haga sentir tan completa como vos, que me tome de la mano tan delicadamente y me de un beso cuando cierro mis ojos. En este caso, ambos sabemos que las comparaciones no te afectan, porque por mucho que pensemos seguís siendo tan vos que no hay contraste que contrarreste lo que te amo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario